La mitad de los antibióticos ya no cura infecciones
El antibiótico es el principal enemigo de bacterias, hongos, parásitos y virus o lo era hace 30 años cuando se desarrolló el último fármaco que los combatía. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elaborado el primer informe sobre la resistencia antimicrobiana en el mundo y ha llegado a una conclusión un tanto alarmista: «Si no se toman medidas con urgencia, nos enfrentamos a una era posantibióticos, en la que las infecciones comunes y las heridas leves pueden volver a matar». El estudio que incluye datos de 114 países explica cómo «se han localizado altos niveles de resistencia en todas las regiones del mundo». Es cierto que las enfermedades varían en función del área geográfica y del desarrollo de los países, pero pone en evidencia uno de los principales problemas sanitarios mundiales. «La capacidad de tratar infecciones serias ha disminuido en todo el mundo y se ha convertido en un problema del presente, no del futuro porque nos encaminamos hacia el desarrollo de infecciones intratables», afirmó ayer en rueda de prensa Keiji Fukuda, subdirector general de seguridad sanitaria de la OMS. Y es que estos agentes infecciosos se han aprendido la lección y ahora son capaces de mutar con mucha más rapidez.
Aunque estas infecciones pueden «afectar a cualquier persona de cualquier edad, en cualquier país», lo cierto es que el informe se ha centrado en la resistencia de siete bacterias responsables de enfermedades comunes graves como la diarrea, la septicemia o las infecciones urinarias. Un ejemplo que ha planteado Fukuda para explicar la gravedad del problema al que nos enfrentamos es la prevalencia actual de la gonorrea, una enfermedad de transmisión sexual que se consideraba controlada, pero que, de acuerdo con el director general «afecta a un millón de personas al día y hemos descubierto que en 10 países se ha convertido en una enfermedad intratable con antibióticos». Podríamos pensar que los lugares donde ha dejado de ser efectiva es donde carecen de una buena cobertura sanitaria, pero es todo lo contrario; Austria, Canadá Japón, Noruega o Reino Unido son algunos de los estados donde se dan casos de gonorrea intratable. Otra infección común, la que produce diarrea, cada vez se resiste más a los antibióticos actuales: «Nos estamos quedando sin medicamentos de vía oral y muchos de ellos se tienen que poner a través de una vía, un tratamiento más difícil y costoso», insistió Fukuda en su intervención.
Los datos muestran la evidencia, pero ¿qué estamos haciendo mal para que bacterias comunes cada vez muten con más rapidez? Francisco Javier Cándel, además de ser médico adjunto del servicio de Microbiología Clínica es vocal de Comisión de Profilaxis y Política de Antibióticos del Hospital Clínico San Carlos, por lo que él determina la entrada o no de nuevos tratamientos. Aporta varios argumentos para entender el porqué del aumento de la resistencia microbiana: «Indicamos un tratamiento cuando no es necesario porque utilizamos un tipo de antibiótico que no es sólo capaz de eliminar esos microorganismos, más frecuentes para ese modelo de infección, sino que buscamos que mate a esos y a otros, por lo que mutan muchos. Además, en muchos casos alargamos el tratamiento. A lo mejor es de diez días y nosotros lo ampliamos a 16 y conseguimos que algunos se vuelvan resistentes». Al margen del error que Cándel reconoce que, en ocasiones, cometen los médicos para evitar enfermedades más duraderas, también «se ha creado un problema por el uso de estos medicamentos en veterinaria, porque utilizan moléculas que también desarrollan inmunidad y al convivir con los humanos» se transmiten.
También hay que diferenciar las inmunidades que se crean dentro del hospital con respecto a las resistencias que se crean en una comunidad. «En los hospitales existen cinco organismos que son los más resistentes. Como el estafilococos o la klebsiella. Muchos de ellos se transmiten dentro del propio hospital, pero en la calle también es común que se transmitan infecciones como la haemophilus, que produce bronquitis y cuya resistencia se eleva hasta un 25 por ciento». Otro dato preocupante por su elevada prevalencia es la mutación que está desarrollando el neumococo –produce infecciones pulmonares– y «que ahora atajamos con una combinación de vacunas porque su resistencia a la penicilina ha bajado mucho». Y es que se consideran patógenos multirresistentes aquellos que sobreviven a dos o más grupos de fármacos, porque muchos de los nuevos tratamientos se basan en la combinación de varios medicamentos.
Otro de los motivos que destaca la OMS y que da más vigor a los organismos infecciosos es que se descubrió en los años 80 las quinolonas, un tipo de antibiótico contra enfermedades gastrointestinales, no se ha vuelto a avanzar en el desarrollo de nuevas moléculas: «No es sólo una cuestión médica; el problema es que estamos desabastecidos en el desarrollo de tratamientos microbianos. Se necesita una millonada y pocos pasan los estándares. Los incentivos para los laboratorios no son suficientes», afirma Cádel. Es más, el experto asegura que «estamos rescatando moléculas antiquísimas como la colistina –popular en los años 60–, que no se usaban pero, por su resistencia, se está volviendo a imponer». El sistema de control y de vigilancia también está fallando, asegura la OMS, porque como afirma el microbiólogo, «los registros fallan y el seguimiento en hospitales cada vez es más complicado». Con estas bases, desde el organismo de la ONU insisten en la importancia de «prescribir medicamentos sólo cuando son necesarios para la enfermedad en cuestión».
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