El obispo de Alcalá de Henares dice a sus fieles que el divorcio es «contagioso»
El obispado de Alcalá de Henares (Madrid), que dirige Juan Antonio Reig Pla, ha advertido a los fieles de su diócesis de que el divorcio es "contagioso" y constituye "una plaga social" y que el adulterio es una "injusticia" que compromete "el bien de la generación humana y de los hijos, que necesitan la unión estable de los padres". Estas son algunas de las instrucciones que el Obispado ha incorporado en su web después de que la Congregación para la Doctrina de la Fe haya solicitado a los obispos, a través de la Conferencia Episcopal Española, que difundan, en los medios de comunicación diocesanos, los documentos del Magisterio de la Iglesia sobre las "cuestiones acerca de la cura pastoral de los fieles divorciados y vueltos a casar".
En estas instrucciones se afirma que "el divorcio adquiere también su carácter inmoral a causa del desorden que introduce en la célula familiar y en la sociedad. Este desorden entraña daños graves: para el cónyuge, que se ve abandonado; para los hijos, traumatizados por la separación de los padres, y a menudo viviendo en tensión a causa de sus padres; por su efecto contagioso, que hace de él una verdadera plaga social". De esta forma, señala que "el matrimonio celebrado y consumado entre bautizados no puede ser disuelto jamás" y explica que "cuando un hombre y una mujer, de los cuales al menos uno está casado, establecen una relación sexual, aunque ocasional, cometen un adulterio".
Sobre el adulterio subraya que "es una injusticia" y añade que "el que lo comete falta a sus compromisos. Lesiona el signo de la Alianza que es el vínculo matrimonial. Quebranta el derecho del otro cónyuge y atenta contra la institución del matrimonio, violando el contrato que le da origen. Compromete el bien de la generación humana y de los hijos".
Respecto al divorcio, reconoce, no obstante, que la separación de los esposos con permanencia del vínculo matrimonial puede ser legítima en ciertos casos previstos por el Derecho Canónico y que "si el divorcio civil representa la única manera posible de asegurar ciertos derechos legítimos, el cuidado de los hijos o la defensa del patrimonio, puede ser tolerado sin constituir una falta moral". En cualquier caso, aclara que "el divorcio es una ofensa grave a la ley natural. Pretende romper el contrato, aceptado libremente por los esposos, de vivir juntos hasta la muerte. El divorcio atenta contra la Alianza de salvación de la cual el matrimonio sacramental es un signo. El hecho de contraer una nueva unión, aunque reconocida por la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura: el cónyuge casado de nuevo se halla entonces en situación de adulterio público y permanente".
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