"Entre las razones profundas del Rey tiene fundamento la de compartir sus últimos años con su «amiga entrañable»"
Este domingo 8 junio 2014 Pedrojota Ramírez titula en El Mundo su Carta de un arponero ingenuo La pera limonera.
Nadie puede asegurar a ciencia cierta ni cuáles han sido las razones profundas del Rey ni por qué ha ocurrido ahora. Cuantas especulaciones circulan con algún fundamento --desde la caída de popularidad en las encuestas hasta el deseo de compartir los últimos años de su vida con quien se autodefinió en este periódico como su «amiga entrañable», pasando por el resultado del 25-M y el inminente cambio en la dirección del PSOE-- son desde luego más propias del paso atrás de un político que ejerce una labor contingente en un marco de pluralismo y mediante mandatos acotados, que de la marcha de un monarca llamado a simbolizar la unidad y valores de la Nación de forma vitalicia.
Y añade:
Ante quien ha querido escucharme he corroborado la opinión que ya expresé en algunas de mis últimas Cartas del Director: «De cuantas decisiones ha tomado el Rey a lo largo de sus 39 años en el Trono, ésta es la que menos me ha gustado». En primer lugar, porque no es un final adecuado para un reinado que con sus aciertos y errores compendia la etapa de la Historia contemporánea de la que más orgullosos podemos sentirnos los españoles. Y en segundo lugar, porque introduce un precedente de incertidumbre en el funcionamiento de una institución regida por el piloto automático de la continuidad.
Y concluye:
No soy monárquico, pero entiendo las ventajas de blindar la Jefatura del Estado frente a los embates de la coyuntura. Caen y llegan los gobiernos, cambian las políticas, el rey continúa hasta la muerte o la incapacidad. Es lo permanente, lo que siempre está ahí, el jarrón inamovible que identifica al escenario suceda lo que suceda. «Sous le pont Mirabeau coule la Seine... Les jours s'en vont, je demeure».
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