El Vaticano aparta a un sacerdote mexicano que abusó de más de cien adolescentes durante tres décadas
Gracias a una campaña emprendida por sus víctimas, que incluía la colocación de anuncios en las calles, ha salido a la luz el que probablemente sea el mayor caso de pederastia de la Iglesia Católica en México, cuyo daño podría superar al causado por Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo.
El sacerdote Eduardo Córdova Bautista abusó durante tres décadas de más de un centenar de adolescentes, a los que drogaba para someterlos a su libidinosa sevicia. Al menos tres arzobispos de la archidiócesis de San Luis Potosí estaban al corriente desde 1996 de la conducta criminal del cura, sin que lo expulsaran ni denunciaran. Córdova elegía a jóvenes de entre 14 y 17 años de edad y los invitaba a sus dependencias privadas, donde, una vez inconscientes tras drogarlos con somníferos mezclados con alcohol, abusaba de ellos.
La semana pasada el Vaticano declaró culpable de abuso sexual contra un menor a Eduardo Córdova y lo apartó definitivamente del sacerdocio. La sanción «ex officio» fue dictada tras un proceso administrativo en el cual el sacerdote rechazó su propia defensa, mientras la víctima aportó material suficiente para probar su culpabilidad. A finales de abril, la archidiócesis de San Luis Potosí había impuesto a Córdova la suspensión de sus funciones y atribuciones ministeriales, a instancias del propio Vaticano.
Córdova, de 56 años y que se encuentra en busca y captura, abusó de alrededor de 120 menores durante las últimas tres décadas, pero no fue hasta hace unos meses, con ayuda de organizaciones no gubernamentales contra la pederastia y activistas independientes, cuando las víctimas rompieron el silencio. Una de ellas, de nombre Gunnar, relató al diario «La Jornada» cómo en 1985, cuando Córdova era profesor de Ciencias Sociales en un colegio Marista, fue llevado por el cura a la oficina, quien le ordenó que se desnudara para tocarle los genitales, pues Dios había permitido el amor entre ambos.
Perdón público a las víctimas
Según el activista Alberto Athié, Córdova inició los abusos contra niños al concluir el bachillerato, cuando compaginaba sus estudios de Derecho con las tareas de bibliotecario en una escuela marista. El prontuario de Eduardo Córdova deja su huella en escuelas religiosas, centros parroquiales y grupos juveniles por los que pasó, pero se sirvió de sus buenas relaciones con la élite social potosina para cubrirse de impunidad.
Este caso ha supuesto la aplicación por primera vez de la Ley Federal de Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, que en 2011 fue criticada por la Iglesia Católica al considerarla anticlerical, y que obliga a la curia al escrutinio civil de los expedientes del Tribunal Eclesiástico. Así, la Procuraduría General de Justicia del estado de San Luis Potosí ha acusado a la archidiócesis de encubrir al sacerdote, por lo cual la fiscalía requerirá informes a las autoridades católicas en el Distrito Federal e incluso en Roma.
El arzobispo potosino, Jesús Carlos Cabrero Romero, ha pedido perdón público a las víctimas de abuso sexual de cualquier miembro de la Iglesia local, al tiempo que pedía a Córdova que dé la cara y enfrente las acusaciones. El prelado hizo hincapié en que su archidiócesis no encubrirá a «ningún sacerdote criminal». De hecho, ya ha sido suspendido de sus derechos sacerdotales el párroco del templo de Nuestra Señora de Lima, en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez, Guillermo Gil Torres, quien enfrenta una demanda penal desde el pasado 27 de mayo.
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