Cursos de cocina que enseñan a sustituir la sal con hierbas y especias
A menudo hemos hablado de la necesidad de reducir el consumo de sal, se están llevando a cabo campañas como Menos sal, Más salud, un alimento básico como es el pan se está adecuando a las recomendaciones diarias de consumo de sal reduciendo su contenido, y entre otras cosas, se está intentando que la industria haga lo propio. Es necesario, se calcula que la población consume una media de 9 gramos diarios de sal, cuando la OMS (Organización Mundial de la Salud) establece en 5 gramos el máximo recomendado diario, ¡casi el doble! Y las consecuencias se sufren con enfermedades como la hipertensión arterial, una patología crónica que deriva en graves problemas de salud como el infarto o el accidente cerebrovascular.
La principal responsabilidad sobre el consumo de sal en la dieta es nuestra, por eso, además de elegir los productos que nos facilitan llevar un control y un nivel de consumo de este condimento adecuado a nuestras necesidades, debemos adoptar un consejo que también conocemos de sobra, sustituir parte de la sal con la que cocinamos o condimentamos nuestros platos utilizando especias y hierbas aromáticas.
El problema de llevar esto a cabo puede ser la falta de interés, falta de conocimiento o de resolución, e incluso habrá quien diga que no tiene tiempo… a veces son excusas. Pero lo cierto es que se ha demostrado que las campañas y recomendaciones sobre el consumo moderado de sal es más efectivo si se acompañan de acciones que ponen la alternativa en bandeja, por ejemplo, a través de cursos de cocina que enseñan a sustituir la sal con hierbas y especias.
Así se concluye en un estudio desarrollado por expertos de la Universidad de California, mostrar a los consumidores las posibilidades de las hierbas aromáticas y especias a través de un taller o curso de cocina, enseñándoles cómo utilizarlas para aportar sabor y reducir el uso de sal, favorece y afianza que lo sigan haciendo a diario en casa.
La investigación se realizó en dos etapas, primero se trabajo con un grupo de 55 voluntarios, un 60% de los participantes tenían la presión arterial elevada, un 18% sufrían diabetes u obesidad y el resto eran personas sin problemas de salud. En esta primera etapa los participantes siguieron una dieta baja en sal durante un periodo de cuatro semanas, en esta dieta se incluían todo tipo de alimentos. En la segunda etapa el grupo se dividió en dos y durante veinte semanas, el primer grupo recibía una dieta en la que se iría reduciendo gradualmente el consumo de sal, sustituyendo este condimento por hierbas y especias, hasta llegar a un valor de unos 1.500 mg por día. Al segundo grupo se le proporcionó la misma dieta con la misma reducción gradual en el contenido de sal, pero sin utilizar las hierbas y especias.
El primer grupo asistió a demostraciones de cocina en las que se les enseñaba a condimentar los alimentos, posteriormente compartieron la forma en la que estaban condimentando sus comidas en su día a día, utilizando diferentes combinaciones de especias y hierbas aromáticas. Los expertos no determinaron qué tipos de especias se podían utilizar, se invitó a los participantes a que experimentaran y probaran combinaciones nuevas hasta dar con las que más les gustaban.
En la primera fase del estudio se constató que la ingesta de sal se redujo de una media de 3.450 mg/día a 1.656 mg/día, sin embargo, en la segunda fase del estudio el uso de la sal aumentó en los dos grupos, pero con una diferencia significativa. El grupo que aprendió a usar las especias y hierbas, y compartió las fórmulas y combinaciones que utilizaban, consumían 996 mg menos de sal que el grupo que no recibió asesoramiento. Esto demuestra que el conocimiento y la práctica son factores determinantes para aplicar los cambios que se necesitan realizar para mejorar los hábitos alimentarios.
En una política para reducir el consumo de sal en pro de la salud de la población, es necesario mostrar las alternativas, educar y enseñar a través de la práctica, como con los mencionados cursos de cocina. Una intervención conductual facilita la adquisición de un hábito, y en el caso del consumo de sal es necesario hacerlo en la mayoría de países industrializados.
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