La réplica de Inocencio Arias a Miguel Cardenal
EL OSADO CARDENAL, por Inocencio Arias
El secretario de Estado para el Deporte es una persona temeraria. Lo que puede tener su mérito y también sus inconvenientes. De una tacada ha cuestionado de forma no excesivamente velada a un juez y formulado acusaciones chirriantes contra el Real Madrid. No soy quién para juzgar si un integrante del Ejecutivo ha de mostrar total pulcritud al comentar un caso judicial (no olvidemos que el juez Ruz, miembro del tercer poder, ha imputado al Barcelona por un delito contra la Hacienda pública). Al señor Cardenal le mueve algo loable, intentar suavizar la crispación entre Cataluña y el resto de España. Aplaudo su intención. Pero desliza afirmaciones e insinuaciones a menudo simplistas, demagógicas u ofensivas para otros. El Barcelona, dice, está acosado «hasta la desmesura por el caso Neymar». Uno no sabe si el secretario de Estado es un ingenuo o ha pasado el último lustro en Marte. Si el partido del gobierno es perseguido hasta «la desmesura» por el caso Bárcenas, si el exministro socialista Blanco lo fue, si la más alta Institución del país, la Corona lo es, ¿por qué no se iba a escarbar en cualquier cosa chocante de uno de los tres clubes más importantes del mundo? La popularidad y la importancia llevan esta servidumbre.
El entorno y la prensa del Real Madrid, afirma, están detrás de la campaña contra el Barça. Lo del Madrid habría que probarlo, suena a victimismo barato pero en lo de la prensa, una vez más, el señor Cardenal parece estar en la inopia. ¿No se percata de que cualquier «escándalo» que afecte al Barça, precisamente por la importancia del Club, ha de ser recogido, desmenuzado y aireado por la prensa de Madrid, de Valencia e incluso del extranjero, como lo ha sido? ¿ Se ha detenido a pensar, por un momento, lo que haría toda la prensa de Barcelona si el supuesto fuera al revés, si el centralista y dictatorial Real Madrid fuera el acosado o el acusado? Habrían, debería saberlo si habita en este país y viaja, hecho correr mucha más tinta rasgándose las vestiduras
No pienso que alguien del Barcelona se haya apropiado de dinero. Para nada. No recuerdo que se haya llamado «chorizo» al señor Rosell, yo no creo en absoluto que lo sea, se le ha tachado de «listillo», de «pillín». Lo que sí pienso es que los directivos del club han ocultado a sabiendas aspectos del fichaje de Neymar. Las razones pueden ser:
a) Sacar pecho mostrando que ellos saben negociar mejor que los zafios de la capital y consiguen un magnífico jugador por un precio menor que los que paga su adversario
b) «Ahorrarse» dinero con Hacienda. Es justamente por lo que ha intervenido el juez.
c) Evitar agravios comparativos de Messi y otros jugadores cuando trascendiera lo que cobraba Neymar.
Los aficionados dedujimos hace tiempo que era un pelín raro que si Florentino Pérez, o el Paris Saint Germain o cualquier club de grueso talonario no conseguían traerse al jugador ofreciendo bastante más de 57 millones, el Barcelona lo obtuviese por esa cantidad. ¿ Por qué? ¿Se enamoró de la hermosa Ciudad Condal con solo ver un video y dijo que sólo podía jugar allí aún perdiendo 30 o 40 millones? ¿Le dijo una adivina en Recife que en el Barça triunfaría y en otro sitio no? ¿Le cometó alguien que dado su físico iba a ligar mucho en Cataluña y nada en Madrid, Londres o Paris? Seamos serios.
El Barça, prosigue Cardenal, paga más impuestos que nadie. Que cumpla con sus obligaciones le honra pero con un presupuesto levemente inferior al del Madrid eso será porque la Hacienda del señor Artur Más aprieta mas que la de otros lugares no porque los otros incumplan.
No creo para nada en la teoría conspiratoria del «villarato» (aunque resulte gracioso que los aficionados culés piensen que los árbitros favorecen sistemáticamente al Madrid y al Barça, no. Da risa) y tampoco en que el bueno de Cardenal se haya montado en esa teoría. Soy de los madridistas que se alegran cuando el Barcelona gana a un extranjero y que dice que Messi es algo inimitable pero pienso que el secretario de Estado, por el tenor de lo escrito, se mete osadamente en un jardín peligroso de manera ligera y contraproducente. Ha podido suavizar ciertos ánimos, lo que es bueno, pero encrespado no pocos.
stagduran
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